Tristeza, eso es lo que siento a menos de 24 horas de las elecciones de los Consejos Municipales De Juventud en Sahagún, aunque, en la lista en la que estoy participando, logré alcanzar siquiera una curul. Tengo un sentimiento de derrota, no por nuestra lista, sino por el proceso que se suponía les daría a los jóvenes la posibilidad real de participar en la toma de decisiones que afecten a nuestra comunidad, proceso que dañaron vistiéndolo de los mismo asquerosos ropajes de la política tradicional en Sahagún, la única que hemos conocido.
Da rabia e impotencia ver como concejales, exconcejales o personas que antes le hicieron daño a la democracia en carne propia, ahora quieran hacerlo con su descendencia o instrumentalizando a jóvenes, que ya por el simple hecho de ser de Sahagún, lo más común es que carezcan de oportunidades, jóvenes que sin criterio propio se dejan empujar a los vicios, que creía yo, serían cosa del pasado, pues se dice siempre a los cuatro vientos que los jóvenes serían los impulsores de cambios favorables para nuestra sociedad.
Ya no nos sorprendía saber que aquí todo se lo roban, la educación, la salud, las oportunidades, el progreso. Pero, no contentos con eso, ahora también el derecho de los jóvenes a elegir libremente un programa que los represente, porque de ser así corre peligro el empleo de sus padres que está soportado en las prácticas clientelistas que tiene a los mismos atornillados en el poder.
Lo único que me quedar por hacer es como uno de los «tres pelagatos que siempre salen a protestar», como una vez nos llamaron, es exhortar a los jóvenes de Sahagún a que el día de mañana acudan a las urnas, pero libres y asumiendo la dirección de su propio país, como lo hubiera querido y nos encomendó Jaime Garzón (Q.E.P.D)