Cristián Betancur. Este sábado primero de octubre se conoció la muerte de El Monedita, quien era conocido popularmente con ese nombre porque solía pedir una moneda para comprar un cigarro. Recordé la triste historia causante de su desgracia, en gran parte por la injusticia colombiana que le impidió ser esa persona alegre y trabajadora como se caracterizaba, según aducen personas que lo conocieron en su juventud.
Muchas veces las personas solemos juzgar a los habitantes de calle con problemas de drogadicción, pero más allá de eso, casi siempre existe una realidad poco conocida que los llevó hasta ese extremo. Así es la historia del Cejudo o Monedita, protagonista de esta historia. No siempre fue un habitante de calle, era una persona del común que, como todos nosotros, trabajaba a diario para ganarse la vida y poder comer, ayudar a su mamá y cumplir todos sus sueños.
Fue culpado y encarcelado injustamente por un presunto abuso sexual, la justicia con el tiempo se dio cuenta de que había cometido un grave error, ya que pudo ser comprobada su inocencia, pero este no es el problema, ya que cuando obtuvo su libertad, El Monedita jamás volvió a ser el mismo.
Mientras estuvo pagando injustamente su condena, era golpeado, drogado y posteriormente abusado sexualmente por muchos reclusos. Familiares y vecinos de la que fue su residencia en el barrio Los Garzones manifestaron de que lo intentaron rehabilitar en varias ocasiones, por lo que puso de su voluntad, pero fue muy difícil ya que dicen que había perdido su cordura. Jamás volvió a tener una sonrisa sin mostrar dolor, sin poder ocultar su trauma. Esta es una de las tristes historias de la injusticia en Colombia.
El primero de octubre luego de su muerte y reflexionar bastante, solo quiero que por fin pueda descansar en paz, ya que más de la mitad de su vida estuvo frustrada, entre el dolor y el haber perdido todos sus recuerdos de aquella vida normal y feliz que un día tuvo.
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