Jesús Mora – En todo un acontecimiento «político», digno de la atención de todo aquello que habita bajo el sol de esta provincia, en eso se resumen el revuelo que han generado 3 concejales, quienes de ahora en adelante serán llamados (mosqueteros) y una concejal, que la conoceremos en esta historia como (Cenicienta).
Esta historia sale a la luz a través de red social de Facebook, causando conmoción, asombro y hasta repudio entre las gentes de este municipio, pues los tres concejales que se pusieron a disposición de un senador de la república, a quien le aseveraron que cada mosquetero contaba con un potencial electoral de 400 votos y por tanto exigían la suma de 20 millones, nada mal para estos Neofitos de la política.
Aun no habiéndose digerido bien el tema de Athos, Porthos y Aramis, nombres que hacen aluvión a los «honorables concejales». Estalla otra sublevación en la política criolla, nada más y nada menos, de quien se creyera que era la Cenicienta del concejo, está saco sus garras y dotes usureros para migrar a la otrora casa Besaile. ¿Si será que los votos de esta niña bonita le servirán como salvavidas al turco, que por lo que dicen está ahogado?
Citó aquella frase coloquial que sirve como muletilla en el discurso político y como mecanismo de defensa para uno de los tres mosqueteros que se dio por descubierto: “ladran, Sancho, señal que cabalgamos”.
A los tres mosqueteros y Cenicienta les daría un concejo, de esos que emana el saber ancestral, sean prudentes, condescendientes, y recuerden que Dios y la vida castigan a quienes patean la lonchera. No sé puede correr, sin antes haber tomado la Sapiencia de gatear.
Las legislativas serán erosionadas por el devenir del tiempo, David Barguil y Besaile se olvidarán de aquellos pillones, con ínfulas de gamonales políticos. Nuevamente tendrán que recurrir a los padrinos, como aquel hijo pródigo que citan las sagradas escrituras. Volverán, ya no con la frente en alto, pues han traicionado la confianza.
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